Hoy cumple 40 años el que posiblemente fue el momento más clave para la historia del metal neoclásico, y un auténtico hito en el mundo de la guitarra. Hablamos por supuesto del debut en solitario de Yngwie Malmsteen, que ha quedado para la historia como un ejemplo a seguir a la hora de combinar los elementos de la música clásica con la guitarra eléctrica y el heavy metal.
El guitarrista sueco había militado anteriormente en Alcatrazz, donde ya relucían sus dotes con el instrumento, pero este Rising Force fue el punto de partida de su trayectoria con su propia banda y como celebrity metalera. Una portada sencilla pero efectiva nos muestra la icónica Stratocaster color beige que siempre lo acompaña rodeada de llamas.
El álbum empieza de forma modesta, con una pieza instrumental llamada «Black Star». Su intro acústica coge inspiración de Bach y se convierte en una pieza lenta en la que el guitarrista empieza a recrearse con sus melodías y solos. «Far Beyond the Sun» arranca con más ímpetu y es un ejemplo excelente de como sonaría el metal neoclásico en los años posteriores. Malmsteen consigue combinar elegancia y técnica a partes iguales, shred virtuoso y a la vez fraseos icónicos que quedan en la memoria. Hasta se bate en un impresionante duelo con el teclado Jens Johansson en la sección intermedia del tema.
Aunque la mayoría de las pistas de Rising Force son instrumentales, tenemos también algunos temas con la voz de Jeff Scott Soto. La primera de ellas es «Now Your Ships Are Burned», cuyas estrofas me recuerdan mucho a Artillery, quienes posiblemente también se vieron influenciados por esta obra. Salta a la vista también que en la mayoría de este tema no hay una guitarra rítmica, dejando visible un bajo espectacular que también registró el mismo Yngwie.
En «Evil Eye» vuelven las guitarras acústicas, que se aparecen y desaparecen en según que secciones. Otro solazo compartido de guitarra y teclado nos vuela la olla. Es increíble la limpieza con la que toca el tío, además se nota que hay más bien poca edición y post-producción en estas tomas, con leves sonidos de la púa y las manos al deslizarse que contrastan con los sonidos actuales más adulterados. Aquí todo suena natural y auténtico, como la actuación de un violinista en un auditorio.
Descansamos un poco con «Icarus’ Dream Suite, Op. 4», que baja a un tempo más pausado y a sonidos menos metaleros. Se podría considerar la balada del disco, aunque también tiene sus partes más de subidón. Brutal también el outro de teclado, que encaja con la intro de órgano de «As Above, So Below». Al oír el primer riff ya se intuye que esto va a ser un auténtico temazo. Y así es, con un brillante Scott Soto que vuelve a la carga nos dejan un himno rimbombante que llega a lo más alto.
«Little Savage» empieza intensa y juguetona, pero también muta con esas secciones tan emotivas que llegan de forma inesperada. Sin duda otra pista completísima y uno de los puntos álgidos de este trabajo. Malmsteen nos despide con una breve pieza solista llamada «Farewell» que pone el lacito a este Rising Force.
Muchas bandas tomarían influencia de este disco en los años siguientes, pues esta es sin duda la Bíblia del metal neoclásico. Symphony X, Stratovarius o Rhapsody of Fire son solo algunos grupos que siguieron esta estela, que también ha permeado a estilos más extremos con la aparición de grupos como Necrophagist, Exmortus o First Fragment.
Yngwie Malmsteen sigue en activo y sí, aún saca discos. Este mismo año le podremos ver encabezando una de las jornadas del festival Rock Imperium, que se celebrará en Cartagena en el mes de Junio.
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Me metí en esto del metal a los 14 años, y de concierto en concierto he ido descubriendo las bandas nacionales e internacionales que forman parte de este mundillo. Ahora aporto mi grano de arena a Science of Noise contando lo que pasa en los eventos de la zona y algunas novedades discográficas.
También toco la guitarra y el bajo en algunos grupos de la escena local. Tengo los huevos pelaos de tocar en el Ceferino.