Poder entrevistar a Malmsteen ha sido todo un sueño cumplido pues es uno de los más grandes personajes del planeta rock. Nunca decepciona y siempre que habla sube el pan. Puede darte rabia, puede tener un ego tan grande como sus Ferraris o sacarte de quicio en sus directos (la de músicos que han tocado con él y nunca repetirían…), pero estamos ante una institución, un tipo que llevó la guitarra varios pasos más allá y que es alguien al que, fuera de Occidente y de nuestra cultura, ha sido venerado y estudiado.
Tiene muchos discos y sigue fiel a su mix de Blackmore con música clásica a velocidades infernales, pero lo queremos así. También os puedo decir que Parabellum nos devuelve a un Malmsteen más inspirado, capaz de conseguir una colección impecable de canciones adictivas que van de lo bello, pasan por lo clásico y siempre terminan en los corre-mástiles pirotécnicos.
“Wolves at the Door” es definitivamente lo que esperas de él. Hipervelocidad, sentimiento, riffs combinados con punteos vertiginosos y solos inspirados en la música clásica. Añade su voz y se revela como un cantante más que notable. Os diría incluso que canta mejor que nunca… Single espectacular e inicio de disco tan ampuloso como malmsteeniano. Las fugas de Bach y el estilo de Paganini nutren “Presto Vivace in #C Minor”. Neoclasicismo puro y duro con su insultante destreza dactilar.
Quizá solo me quejaría de lo artificial del sonido de la batería. Como puedes suponer los temas son extensos para que el divo sueco vaya desgranando todo su potencial, que siempre es mucho y rico. Sabe darle a los temas ese punto de accesible como en “Ralentless Fury”, uno de los singles, y otra gran lección de canto integrada en su arsenal de riffs y solos. De lo más accesible y comercial, también de lo mejor del compacto.
Se adentra en el neoclásico de cuna en “(Si Vis Pacem) Parabellum”, y no nos olvidemos de los trabajadísimos bajos que gasta. Hay aquí repuntes de teclado en un tema redondo e instrumental. Los medios tiempos también brillan como es el caso de “Eternal Bliss”, basada en el célebre canon de Pachelbel y dotada con una gran carga emotiva. Otra instrumental de corte tradicional es “Toccata”, con aires de danza húngara. Técnicamente es soberbia…
“God Particle” es un tremendo ejercicio en el que la guitarra es tratada como un violín. Hay ese fondo de reposo, con una especie de clavicordio y ese punto sideral, un poco Stratovarius… En fin, Timo Tolkki siempre cogió tanto de Blackmore como de Malmsteen. Bonita pieza instrumental, como también lo es “Magic Bullet”, siendo la más corta y directa del disco. Es el típico capricho del maestro en el que juega sobre esa base rítmica con el añadido de los teclados.
Bomba melódica en la pura tradición malmsteeniana en “(Fight) The Good Fight”, con esa pasmosa maestría a la hora de combinar heavy metal con música clásica. Aquí hay guitarras persiguiéndose en modo fuga y vuelve a hacerlo con arte y clase, además de volver a cantar más que bien. El cerrojo lo pone la extensa “Sea of Tranquillity” en la que vuelve a demostrar lo entonado que está en cuanto a composición y a velocidad. Las influencias de Mozart y Vivaldi están a la orden del día aquí, en un corte tan excesivo como ostentoso.
Si te gusta Malmsteen vas a disfrutar ampliamente de este Parabellum en el que sorprende especialmente la portada de David Banegas. Nada cambia en lo musical: es otra ración inspirada de todos sus puntos fuertes y con un inmenso gusto a la hora de darle a su lucimiento dactilar formando una canción. Puede tocarte este disco entero en directo y sigue siendo Malmsteen en estado puro. Nadie se quejaría. Muchas de estas canciones pueden convivir junto a los grandes clásicos sin problema alguno y el fan seguir extasiado y convencido. “Y si quieres paz, prepárate para la guerra”, como bien nos marca el título… A pesar de personaje, hay grandes guitarristas, los shredders definitivos y… luego está Yngwie J. Malmsteen.